Advertida la noticia uno se pregunta que hubiera ocurrido si los luchadores contra la violencia de género hubiéramos sido los de otros bando. Y así los requisitos de la instancia para participar en la carrera hubieran exigido la titularidad de una pilila. Carrera de hombres, exclusivamente de hombres, en los Madriles. Ya estarían las televisiones, los periódicos y los twitters rebosantes de reproches, insultos y lindezas varias que por menos se han vertido en acontecimientos precedentes. Rizando el rizo. Organizar una carrera en Madrid para tíos calvos y con sobrepeso – lo que se acreditaría previo dictamen de los Servicios Sociales correspondientes -.

En resumidas cuentas: si para luchar contra la discriminación el arma que se utiliza es la discriminación realmente no se está censurando el hecho discriminatorio en cuanto elemento sustantivo si no los elementos adjetivos que en cada caso lo califican. Discriminar a las tias está mal. Discriminar a los tios está bien. Discriminar en si mismo por tanto ni está bien ni está mal si no todo lo contrario. No es rueda de molino a cuya eucaristía la racionalidad invite.